Desnuda
cuya única arma es una gabardina, desnuda,
sigilosa observa desde el banco el rumor de la gente
sorprendida por la paz de los árboles
y la imagen serena del gato negro frente al bullicio.
Observa desde el banco bajo la sombra,
como otros con heridas de guerra letales continúan caminando.
Ojalá y estés en lo cierto y el mundo mienta.
Y continúes viendo el camino de esos compañeros de batallas.
Porque los buenos siempre se mantienen al frente.
Ya perdiste por el camino guerreros que creías invencibles, pese a que les cediste parte de tu gabardina, pero no supieron utilizar su poder defender el frente.
Aún así te sobró para continuar caminando, desnuda, disfrazada de esa faceta que la caracteriza y de la que prefiere escapar.
No querer escuchar sus instintos, engañar a su olfato para confirmarlo después de arañar la realidad.
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