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Aquella noche fue, la última vez.

La última vez qué... Mi padre besó mi frente y me deseó dulces sueños.

La última vez qué... Dos casas más allá Luis acariciaba el pelo de su madre. También por última vez.

La última vez qué... Eugenia lloraba desconsolada, mientras su madre apuraba a las últimas gotas de leche; para colmar su hambre.

La última vez qué... María, le quitaba a su hermana mayor su muñeca de trapo.

La última vez qué... Antonio cerraba sus gallinas para evitar que el zorro se las comiera.

Sin saber,

que aquella noche calurosa de agosto. Serían tantas últimas veces.

La última vez qué... Al despertar somnolienta, mi padre sonreiría al verme.

La última vez qué... Luis, le regalaría una margarita recién cortada a su madre.

La última vez qué... La pequeña Eugenia, pellizcaría el pecho de su madre mientras la amamantaba.

La última vez qué... María, le mostraba a su hermana mayor su muñeca de trapo, mientras la abrazaba fuertemente. Y su hermana,

le pedía con una sonrisa.

¡Cuídala bien! ¿Vale?

Tantas últimas veces... Tantos besos no dados.

El día transcurrió con normalidad.

La última vez qué... Amasaba el pan para la noche. La mañana, se pasó volando.

Con los que haceres, de cada día en mi pueblo.

Aquella tarde, mientras Carmen, Luis, Antonio y yo. Jugábamos al escondite en las cuevas.

Cuando sonó el primer estallido sordo y seco.

La última vez qué... Nos miramos, los unos a los otros.

Asustados, sorprendidos, estupefactos. Si saber que hacer.

La última vez qué... Decidimos volver a contar y escondernos de nuevo en nuestras preciadas Cuevas.

Otro estallido, sordo y seco sonó de nuevo. Paralizando nuestros pensamientos. Esta vez estábamos solos, cada uno en nuestro escondrijo.

La última vez qué... Carmen rompió a gritar, llorando del susto.

Sonando tres estallidos más, sordos y secos.

Qué quedaron de nuevo, disfrazados

entre gritos y llantos.

La última vez qué... Luis aterrorizado se humedecía el pantalón.

La última vez qué... Carmen asustada no podía dejar de gritar llorando.

La última vez qué... Antonio, nervioso la zarandeaba intentando calmarla.

Pero no sería la última vez qué... Mis ojos perdidos en el abismo, rompían a llorar. Mientras intentaban localizar el sonido entre las montañas y cuevas.

Paralizada, dejando caer las lágrimas, que se deslizaban por mis mejillas quemando mi piel; como la pólvora sorda y seca de aquella tarde calurosa de verano.

La última vez qué... Regresaríamos corriendo entre el pánico e inmóvil incomprensión, a nuestras casas.

Pero no sería la última vez qué... Me sentaría, ensimismada en mis pensamientos.

Con la mirada perdida en el umbral de la puerta. Esperando, a que mi padre regresara del trabajo.

Con la cena resecándose

en otra noche calurosa.

Pero no sería la última vez qué...

Luis, olía el pañuelo de su madre mientras esperaba, mirando por la ventana.

No sería la última vez qué... Qué la pequeña Eugenia, lloraba desconsolada. Mientras su abuela intentaba tranquilizarla.

No sería la última vez qué... María, abrazaba fuerte la muñeca, contra sí. Esperando, que su hermana viniese a por ella.

Serían tantas últimas veces.

Ahora hemos vuelto a jugar,

Ya no nos asustan esos sonidos sordos y secos.

Jugamos como la última vez,

escondiéndonos en las Cuevas.

Pero la lluvia ya no nos moja.

¿Quieres venir a contar?

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