Aemilius
te has marchado...
Hace días,
pero aún no nos hemos acostumbrado.
Lo hiciste tranquilo, galano
saboreando tus pequeños placeres.
Sigiloso.
Desde esa noche ha sonado
jazz en nuestros oídos.
Para llorar riendo y reír llorando
por todo lo que nos has legado.
Gracias.
Gracias.
Por caminar a nuestro lado.
Por compartir una familia que es un regalo.
Por esas caricias en la mejilla.
Por tu sonrisa calmada.
Por esa mirada tierna,
por tus consejos...
Por ser tú.
Volveremos a vernos
no se sabe cuando, como ni dónde.
Brindaremos con un espumoso.
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